Noche de pasión
Nerviosa se preparaba, acicalando sus deseos para
desplegarlos esta noche, la que tanto había esperado, estaba a punto de
suceder.
- Muchas gracias, tu tampoco estás nada mal.
No hubo ni un centímetro sin explorar, entregados a sus deseos que hace mucho habían reprimido, ahora eran salvajes sentimientos desbocados.
Dibujando sus cuerpos con sus lengua juguetonas, se incrementaba lo que estaban sintiendo, todo lo que habían soñado, era poco, para lo que en ese momento vivían.
Compenetrados casi tatuados uno al otro, moviéndose al ritmo de la sangre caliente, varias veces sus fantasías los llevaron al éxtasis de ese instinto.
Sin fuerzas, llegaron hasta que los primeros rayos de sol se colaron por la ventana, abrazados, extenuados se quedaron tendidos, intentando recobrarse de esa emocionante noche de pasión.
Maquillaje discreto, carmín en los labios y su perfume
preferido, vestido ajustado negro hasta sus muslos, escote sencillo y espalda
al viento. Zapatos a juego con sus labios, al igual que el collar que se
entretenía en su escote.
A las nueve tomó el taxi que la llevaría al restaurante,
donde le esperaba.
- Estas hermosa, dijo al verla.
- Muchas gracias, tu tampoco estás nada mal.
Cenaron evadiendo todo lo que les encorsetara para lo que
después vendría.
Tras la cena, fueron a otro sitio cercano a tomar algo y a
bailar.
Aunque a él no le gustaba, sabía que ella disfrutaba mucho
haciéndolo.
Él se dejaba guiar, mientras ella revoloteaba en la pista
dejándose llevar por la música.
Unas horas más tarde ...
- ¿Te parece si nos vamos?
- Sin problema, ¿Dónde iremos?
- He reservado una habitación cerca de aquí.
- Me parece genial.
La tomó de la mano y comenzaron a caminar.
- ¿Te habías preguntado si esto iba hacer así?, le preguntó
ella.
- La verdad, que me negaba a pensar en esto.
- ¿Y eso, por qué?
- Por miedo, imagino.
- Yo lo he vivido de mil maneras, pero esto supera a mis
fantasías.
Frente al hotel, vacilaron un poco, luego de unos segundos
entraron, se dirigieron al ascensor, donde sus manos se deslizaban en su
espalda desnuda, mientras ella sonrojada, sonreía.
Ya en la habitación, dejaron sus cosas sobre el buró.
- Llevo toda la noche queriendo hacer esto, dijo él.
Se acercó y la besó, ella temblaba correspondiendo a sus
besos.
Las manos tomaron el control y se dispersaban sobre sus
cuerpos, queriendo dibujar todos los rincones de una piel que ardiente esperaba
por ellos.
Uno a uno, fueron cayendo los miedos al igual que sus ropas,
dejando al descubierto volcanes a punto de hacer erupción, donde el roce de los
labios prendían aún más la llama que avivaba sus pasiones.
Borraron las huellas de otras caricias, reescribiendo una nueva historia en el
lienzo de sus cuerpos, que envolviéndose se conjugaron con destellos de lujuria
que hacían convulsionar sus cimientos.
No hubo ni un centímetro sin explorar, entregados a sus deseos que hace mucho habían reprimido, ahora eran salvajes sentimientos desbocados.
Embistieron los miedos, dejando solo un tenue recuerdo de ellos, mientras sus
jadeos se encargaron de ser la melodía de su entrega.
Dibujando sus cuerpos con sus lengua juguetonas, se incrementaba lo que estaban sintiendo, todo lo que habían soñado, era poco, para lo que en ese momento vivían.
Compenetrados casi tatuados uno al otro, moviéndose al ritmo de la sangre caliente, varias veces sus fantasías los llevaron al éxtasis de ese instinto.
Sin fuerzas, llegaron hasta que los primeros rayos de sol se colaron por la ventana, abrazados, extenuados se quedaron tendidos, intentando recobrarse de esa emocionante noche de pasión.
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