Al límite del deseo
Poco a poco el salón va quedando vacío, solo tú, yo y la atracción que nos empuja a sonreír de una manera especial.
Las palabras escasas complementan lo que nuestras miradas hablan, en animada tertulia que despeja toda duda de lo que estamos sintiendo.
Titubeantes, buscamos una excusa para ir acercándonos, sin parecer impacientes de un calor que ambicionamos tener muy cerca.
Cuando ya no hay metros que recorrer, cercanos, sintiendo la respiración del otro, me preguntas:
- ¿Qué buscas?
- Saber lo que quieres, que guardas en ti, digo casi susurrando.
Noto como tu respiración se acelera y te aproximas un poco más.
- ¿No lo imaginas, no lo sientes?
- Necesito escucharlo de tus labios, para poder seguir.
- Me estas volviendo loco, no puedo esperar más ... nota mi cuerpo como pide a gritos este momento, le dijo tomándola por la cintura.
- Suenan a mentiras bellas que endulzan mis oídos, pero que en el fondo parecen vacías.
- ¿Crees tú, que a todas puedo decir lo mismo?
- Tu naturaleza, te hace un poco predecible
- Predices, mi respiración en tu cuello donde tu perfume me hipnotiza y hace de mí, un volcán a punto de estallar.
- Necesito creer que no es efímero, que no se esfumará este deseo entre mis dedos.
- Leo en tu piel, como arden tus venas, cuando nuestras miradas se encuentran.
- No lo niego, es así, dejo volar mi imaginación donde las fantasías giran a tu alrededor.
- No lo piensas, solo siente y déjate llevar. Cierra tus ojos y entrégate a un beso, que será el preámbulo de recuerdos que perduren en nuestra memoria.
- Pronto cederé ante tus ojos y tus labios, para adentrarme en tus sentidos, donde uno a uno irás perdiendo.
Se alejó de su cuerpo, dio un beso en la mejilla y se marchó, sabiendo que la próxima vez no sería tan fuerte.
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