Deseo sin límite

Había pasado mucho tiempo, desde la última vez que se encontraron, no por que sus impulsos no lo necesitaran, sino por los horarios  que llevaban.

Esa tarde, estando ella absorta en sus cosas, de espaldas a la puerta, no se percató de su presencia, hasta que él con sus manos rodeara su cintura y olía su cabello, mientras decía:

- ¿ Te has escondido?

- Ella sobresaltada, respondió ¡ sabes que no es así!, no tendría por que esconderme, al contrario ¿no?

- ¿Has pensado en mí?

- ¿Cómo no hacerlo, después de la última vez?, si hubieses insistido más, no sé que habría pasado

- Sabes muy bien, lo que esconderían estas paredes.

Ella sentía su respiración en su espalda, que erizaba su piel, agitando sus latidos, cerraba los ojos, imaginando su  siguiente paso.

Sus manos comenzaron a dibujarla con sutiles roces, haciendo que tímidos suspiros se escaparan.

Apoyó su cabeza sobre su pecho, que también agitado se contenía.

- Me hipnotiza tu perfume que se cuela entre mis poros y no me deja pensar,  sólo estás tú en mi cabeza, donde revolucionas todo por dentro.

- ¿ Y eso es malo?

- Si, si no puedo tener aunque sea tu compañía

Comenzó a besar su cuello, ella al principio se resistía a dejarse llevar por lo que cada roce de sus labios representaba.

Poco a poco cedió, se volvió hacia él, encadenándose a sus labios que ardientes esperaban por ella.

Enredando los brazos, sus cuerpos se transformaron en un intenso calor que arrasaba todo a su paso, liberando todo aquello que por meses habían reprimido.

Sin medida, sin límites dieron rienda suelta a su piel, que los transportó a un mundo irreal de lujuria y pasión que caló hasta el corazón.

Exhaustos y emocionados, terminaron tendidos, disfrutando de las luces de una ciudad dormida.

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