Displicencia
Desesperación que cortaba el silencio de cuatro paredes convertidas en una jaula de cristal, donde sin remedio, tendida en el suelo, miraba los días pasar.
Cubierta de esperanzas perdidas, su piel no se inmutaba a las inclemencias del desdén, que tras la ventana la visitaba al caer el sol.
Sus labios sellados por palabras que se ahogaban en su cuello, emitían sonidos que parecían lamentos interminables.
Nadie entendía su dolor, solo los fantasmas que rondaban su cabeza cuando por fin podía conciliar el sueño, convertido en pesadillas.
Pronto acabará este martirio de permanecer impávida, ante esta historia, que sin tener un comienzo llega a un puerto, muy alejado de mi razón y de mi corazón.
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