Luna de los lamentos
Todo quedó en el suspenso de la vida, cambió de repente su expresión y más tarde ... silencio.
Como ente que vaga por los oscuros rincones, se deslizaba su alma que parecía perdida en el camino que la transportó a la felicidad.
Solo existían teorías que avasallaban su cabeza, que pronto desechaba por que rompían su corazón.
Quería gritar, correr a sus brazos, buscar su consuelo, pero chocaba con el muro de los miedos, una y otra vez.
Las horas estériles se deslizaban por las agujas de un reloj que marcaba su tortura, desgastando sus ojos.
No podía más, se lanzó a la calle, para ver si los rincones le daban alguna razón de ese martirio.
Pero, hasta ellos en contra, guardaban silencio, ignorando sus pasos fríos y cavilantes.
Llegó la noche y con ella el presagio de otra serenata a la luna, que era la única que entendía su angustia.
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