Desafiando a Pandora
Había estado mucho tiempo retraída y apartada de su entorno, su humor era tan voluble, que prefería no salir para evitar desencuentros.
Eso sin saberlo fue cambiando, pasaban los días y el peso que llevaba sobre sus hombros parecía más ligero, algunas circunstancias seguían ahí, pero ya no les daba la importancia que consumía su energía, eran solo "un trámite que debía pasar".
Su rostro se transformó, se dibujó una sonrisa que contagiaba al mundo, la ilusión volvía anidar en su vida y notaba de nuevo el palpitar en su pecho.
Le preguntaban ¿qué ha pasado? , pero ni ella misma era consiente del desencadenante, hasta que una noche, cuando ya faltaban pocas horas para irse a casa, entró él en la estancia, ella levantó su cabeza, sus miradas se cruzaron, la luz iluminó su espacio, se aceleraban sus latidos y una sonrisa adornaba su cara.
No hicieron falta muchas palabras, sus cuerpos se comunicaban y entendían.
Una mano que acariciaba la espalda, haciéndola estremecer, unos labios transgresores depositaban un beso en su hombro, acelerando su respiración, susurros que se colaban muy dentro.
Insinuando deseos que se habían ido creando a lo largo de todo ese tiempo y parecía que hoy tenían prisa por salir, como si fuera su momento.
Se apoderó de sus cuerpos esa ardiente sensación, que si estuvieran en otro sitio darían rienda suelta a lo que estaba quemando ahora su piel.
De pronto, la magia se rompió, tuvo que irse, pero no así el hechizo que se conjugó en sus miradas, que prometía ser desbordante y prohibida.
Pasaron las horas y latía esa sensación, torturaba su razón y desbocaba la piel, presa de ella, decidió entre escalofríos abrir la Caja de Pandora, sin que importara el desenlace.
El silencio y la oscuridad fueron sus cómplices, donde se perdieron esos labios en otros que hicieron temblar los cimientos, desatando reacciones en cadena que los empujaban al abismo de la lujuria y fantasías.
Minutos que supieron a poco, dejando la miel y con ganas de mucho más, manos que como enredaderas intentaban abarcar todo aquello que latía sin piedad, se había detenido el mundo.
Cuando tomaron caminos distintos, se dio cuenta que empezaba una historia que parecía ser la razón de ser feliz.
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