Recluída
Vuelven los días de encierro, donde solo hace falta respirar para vivir, todos son iguales y sin motivación alguna.
La desidia embriaga el ambiente y los tenues rayos de sol tímidamente se cuelan por la ventana, pero no me hacen despertar.
Cíclica etapa, que sin falta cada año aparece sin cesar, no se que pretende encontrar.
Las horas lentas pasan y a veces juro que parecen van hacia atrás, al unisono de suspiros que se hielan sin pesar.
¿Qué hace falta? ¿Qué hace este mes?
Para que se consuman los instantes, tras cada sorbo de café.
No intento salir, pues los estímulos que recibo son como puñales que se clavan, abriendo heridas que no sanan.
Una y otra vez, rodeada del mundo en soledad, que hace aumentar el desamparo de un no se que, quemando mi alma.
¿Cúando terminará?
Sólo me siento segura en mi jaula de cristal, esa que hace todo más fácil, sin tener que explicar.
Tengo un nuevo año para intentar descifrar.
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