Se detuvo la cordura
en la cima de la desesperación,
increpando al mundo,
por tanta desdicha.
Se quitó el velo
que sus ojos cubrían,
harta de la indiferencia
que a su alrededor crecía.
Se preguntó,
¿el mundo puede cambiar?
antes de que todo acabe,
antes de la indolencia.
Será el punto final
de una humanidad,
que ha perdido en el camino
la sensibilidad.
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