Desconcierto

En su espalda las primeras gotas que le hacían erizarse y acelerar el paso, para encontrar un sitio donde refugiarse.

No hubo tiempo, pronto el cielo se oscureció y las gotas se convirtieron en un diluvio, que caló hasta los huesos.

Muchas opciones no tenía, así que siguió con sus pasos empapados, hasta lograr encontrar un café donde calentarse.

Cuando entró, el camarero desde la barra dijo:

- ¡Mal día para un paseo! 

- Parece que si.

- Ande, acerquese que le daré un café y una toalla.

- ¡Muchas gracias!

Había poca gente en el café, pronto se percató en un chico sentado al fondo frente a la ventana, que le observaba y al haber contacto retiraba la mirada.

Tomó el café sentada en la barra, mientras el camarero le contaba historias. Pero sentía las miradas incisivas en su espalda, hasta al punto hacerla estremecer.

No veía la hora de salir de ese sitio, que le estaba incomodando.

Pasaron unas horas y comenzaron a salir unos tímidos rayos de sol.

Esperaba que el camarero saliera para pagar y poder irse, se estaba poniendo muy nerviosa al sentir las miradas del chico.

De pronto, vio que se levantaba y venía hacia ella, no sabía que hacer, comenzó a buscar en su bolso un billete para dejarlo en la barra e irse.

- ¿Estarás feliz?, le dijo con una voz grave y una mirada triste e intensa.

- ¿Perdón, no sé a qué se refiere?

- ¡Ahora pides perdón!

- No sé de que habla, no le conozco, se ha confundido

- Eso, tú sigue tachandome de loco, te conozco perfectamente.

- Me voy, no tengo por que oír esto... Dejó el billete sobre la barra y salió del local.

Tras unos segundo de haber salido, él corrió hacia la puerta y le gritó:

" Si huye como meses atrás, rompiendo mi alma y mi vida sin importarte mi amor, sin ninguna explicación".

Se alejó rápidamente, pero sus palabras resonaban en su cabeza haciendo que una electricidad recorriera su cuerpo, sin saber el motivo.

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