Sin miedo al deseo

Prolongación del cielo que alcanza mi cuerpo, para crear ondas en un cuerpo entregado a merced del amor.

Celestial destino que perdure toda la eternidad, donde me permita componer odas que enardezcan  al fruto de la pasión.

Se descubre el misterio de lo prohibido a través de ese pequeño reflejo de lujuria en unos ojos clandestinos, posados en mí.

La noche, solícita siempre, se une a los destellos de formas chocando en la penumbra donde todo pasa y todo llena.

No se detiene el río del éxtasis, corre fervientemente entre las venas de corazones que calcinan los miedos.

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