La historia de tus ojos III
Meg había entrado a la casa, sin darse cuenta que Sam, continuaba en el jardín, luego de unos minutos salió a buscarle.
- No quieres entrar a tu casa
- No puedo, dijo con un hilo de voz
- Vamos, yo te ayudo
- Esta ya no es mi casa, dijo con voz temblorosa
- ¿De qué hablas?
- ¡Que lo he perdido todo!
- Vamos Sam, entra y explícame todo, que no entiendo nada
Con pasos vacilantes, entro Sam y se dejó caer en el sofá
- Espera que preparo café y hablamos
Luego de unos minutos, apareció Meg con dos tazas gigantes humeantes de café y se sentó frente a él.
- Toma, como en los viejos tiempos... soy toda oídos
- Es muy complicado todo, muy enredado, no sé si puedas entenderlo, pues yo mismo no lo hago
- Pues, lo intentaremos entre los dos
- Comenzó todo meses atrás, cuando empecé a viajar a Dublín, ¿lo recuerdas?
- Si ibas por los negocios de las construcciones que tenías ahí
- Todo marchaba bien, el trabajo era estupendo, hasta que la conocí a ella
- ¿Quién es ella?
- Al principio, coincidíamos en el bar del hotel, otras por la calle, incluso en el mismo restaurante ... sabes lo despistado que soy, pero ella logró llamar mi atención, pero no fue hasta que nos encontramos en el ascensor, cuando por fin hablamos de las numerosas encuentros que teníamos.
Ambos íbamos para la cafetería a esperar, nos tomamos un café juntos y conectamos ... sabes, todas esas tonterías de las que yo me reía, las sentía con ella, solo bastaban miradas para saber las respuestas.
- Parece perfecto ... por eso comenzaste a viajar más frecuentemente
- Si, ese mismo día quedamos para cenar y una cosa llevó a la otra, yo estaba como poseído por sus encantos, todo era demasiado perfecto. Que tras un mes de vernos, los fines de semana, decidí pedirle vivir juntos.
- ¿Tú hiciste eso?
- A que parece increíble, con lo que soy yo
- Pues, la verdad si
- Alquilé un apartamento y comenzamos a vivir juntos y por eso, ya solo regresaba aquí , los días indispensables.
- Si, yo supuse que era todo por el trabajo
- Pues no, era ella...
- ¿Y cuándo la conoceré?
- Espera ...
- Perdón, continúa
- Lo que te dije, parecía perfecto, hasta que comenzamos a convivir, sabes se convirtió en una relación tóxica, de esos "te odio mi amor"
- ¿Cómo, no sería para tanto? tú eres muy exagerado
- No lo creas, en el único sitio que no discutíamos era en la cama, nuestras trifulcas siempre terminábamos enrollados en la cama y vuelta a empezar.
- Tanto así
- Tanto, que casi pierdo el último proyecto, que debo pagar una multa por no entregarlo a tiempo
- ¿Cómo así? me hablas de alguien que no eres tú
- Pues ella hizo todos esos cambios, todo por lo que había trabajado lo veía derrumbarse ante mis ojos, por ella
- Y, entonces
- Cuando me dijeron lo de la multa, estallé y no me presenté a casa ese día, hasta el día siguiente, me esperaba , yo intenté hablar, pero terminamos discutiendo y luego en la cama. Pasaron los días y cuando el plazo se acercaba, me enviaron una notificación, que iban hacer efectivo lo del aval ...
- Tu casa
- En efecto, el día que me encontraste recogía
- Por que no me dijiste nada
- Me conoces, sabes que no podía dejar que me echaras en cara lo tonto que fui, estaba idiotizado por ella
- ¿Y que ha pasado con ella?
- Ella, me dijo, que no era capaz de seguir aguantando mi mal humor, que a pesar de que en la cama no funcionábamos perfectamente. Volví a estallar y le dije que no se preocupara, que no lo tendría que aguantar más. Ese mismo día hablé con el arrendatario y terminé el contrato del apartamento, recogí mis cosas cuando sabía que ella no estaría, cambié de número de teléfono y aquí estoy.
- No voy a decirte nada sobre ella, pues lo importante aquí es cuando y cuanto debes pagar, para evitar que se haga efectivo lo del aval
- El plazo vence el martes que viene y es mucho dinero
- ¿Cuánto?
- 25.000 €
- No es que sea poco, pero por que lo avalaste con tu casa
- El cliente no parecía muy convencido de utilizar nuestra empresa, por los plazos de entrega, entonces le dije que yo me comprometía hacerlo en lo estipulado y si no mi casa y la multa sería lo que ponía a su disposición.
- ¿Por qué hiciste eso?
- Me conoces, sabes que si no hubiese pasado nada, me hubiese sobrado hasta tiempo y llevarme hasta la bonificación.
- Es cierto, pero bueno, eso tiene arreglo
- ¿Cómo?, el plazo vence en 3 días
- Te acuerdas del libro que he firmado, pues me han pagado ya, utilizaremos eso para pagarlo
- No puedo aceptarlo
- No te lo pregunto, es lo que haremos, ven aquí, saldremos de esta
- Muchas gracias, te lo pagaré, tú eres la mejor.
- Lo sé...dijo riéndose.
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