Perdiendo el control
Habíamos quedado con unas amigas en un fin de semana de chicas, cena, baile y poco más.
Nancy la anfitriona perfecta, siempre este tipo de eventos eran en su casa, le encantaba cocinar y además lo hacía muy bien.
Rebeca la mayor de nosotras, pero con una jovialidad enorme.
Llegó el día estipulado y al mediodía nos reunimos en casa de Nancy, estábamos de tertulia cuando llamaron al timbre.
- ¿Esperas a alguien? pregunté
- Si, a ustedes ... nada más
Se levantó y se dirigió abrir la puerta, era José un amigo con otros dos de sus amigos.
¡¡Sorpresa!! gritaron al abrir la puerta
- Vaya si que ha sido una sorpresa, dijo Nancy ... ¿Qué haces por aquí?
- Como siempre lo pospongo por un motivo u otro, hoy convencí a este par y nos escapamos a verte
- Pasen, no se quedan ahí
Al entrar al salón, enmudecieron al ver nuestras caras de sorpresa
- ¿Tenías algo montado hoy?
- Un fin de semana de chicas, pero no nos importa , ¿verdad?
- Para nada, respondimos al unisono Rebeca y yo
- Paso a presentarnos dijo José, tenemos al más jovencito Raúl
- Hola, Raúl
- Seguimos con el callado del grupo Matías
- Hola, Matías
- Terminó con el más guapo, o sea, yo ... modestia a parte
Una carcajada inundó el salón
- Pues nosotras somos, dijo Rebeca, la anfitriona Nancy, Jade la modosita y Rebeca servidora.
Después de unas horas, tras vinos y copas, todos reíamos y disfrutábamos como viejos amigos.
Tras la comida, seguimos con la sobremesa y el vino comenzaba a notarse ya. Rebeca y yo, comentábamos viendo en la cocina a Raúl "lo bueno" que estaba.
Él nos miraba de reojo y se ponía un poco nervioso.
Se dio la hora de comenzar a prepararse para irnos a "quemar la ciudad", cada uno a lo suyo.
Yo me metí en la habitación, tumbandome boca abajo y de espaldas a la puerta, contestando mensajes del teléfono. No me percaté cuando Raúl entró, hasta que dijo:
- ¿Te importa si me cambio aquí?
Me giré, terminaba de bañarse y estaba con la toalla atada a la cintura, en lo absoluto dije, incorporándome ... me acerqué hasta él y deslicé mi dedo hasta un poco más abajo de su ombligo mientras le susurraba:
- Aunque es una pena que cubras este cuerpo de pecado
No dijo nada, pero su respiración se aceleró.
Sonreí y me marché.
A las once, salimos los seis en busca de los sitios donde poder bailar hasta que nuestros pies nos aguantaran.
Estaban a reventar, pero eso me daba la excusa de estar mucho mas cerca de Raúl, que seguía sin decir nada, pero no le era nada indiferente mis provocaciones.
Luego de ir de un sitio a otro, decidimos a las tres de la mañana, marcharnos a casa.
Al llegar Nancy dijo:
- Hay tres camas y un sofá, Rebeca duerme conmigo, Jade en la cama pequeña y ustedes decidan como se distribuyen la otra cama y el sofá.
- Raúl dijo: a mi no me importa el sofá, José y Martín ocupen la otra cama.
- Listo, dijo Nancy, arreglado, todos tienen sábanas suficientes, buenas noches, estoy muerta me voy ya a la cama.
Cada uno, ocupo el lugar asignado y poco a poco la casa se fue quedando en silencio.
Jade, no podía dormir, pensaba en Raúl y que le provocaba ir a buscarlo al sofá, intentaba dormirse, pero el deseo iba en crecendo.
Reunió el valor, se levantó de la cama y al abrir la puerta
- Hola, dijo Raúl ... ¿tú tampoco puedes dormir? te quedaste con ganas de quemar la ciudad ...
- Si, pero aún puedo quemar otras cosas dijo, mientras lo cogía por el cuello y le besaba.
Él la tomó entre sus brazos y se fueron al sofá.
Se besaban con tal pasión, que sus cuerpos se fundían en deseos que durante todo el día habían rondado en sus cabezas.
La recorría, viéndola estremecerse y arquear su espalda con cada roce de sus dedos, cuando se perdían en los misterios de sus muslos y descubría el elixir de su fuego interior.
Susurraba a su oído,como no había podido dejar de pensar en ese momento cuando en la habitación la tuvo tan cerca. Me enloqueciste, fuiste como un veneno en mi piel, que aceleró mis emociones y necesitaba buscar en tus besos el antídoto para esta pasión.
A mí me pasó igual, desde que entraste me llamaste la atención y luego el vino hizo su papel , desinhibiendome para poder provocarte y ver si te interesaba. Cuando bailamos y sentí tu cuerpo junto al mío, sentía que la ropa nos sobraba, quería que en ese momento me pidieras todo.
Ahora, estamos aquí, quemando los corazones con embestidas que nos suben al cielo, para luego volver a empezar.
Las horas fueron pasando, no hubo ningún lugar que no fuera escrutado con sus manos, su lengua, su todo, la piel se erizaba con solo su respiración agitada y salvaje.
Juntos alcanzarón el éxtasis de esa pasión con la noche cómplice de ella.
Jade, luego de unos minutos de tranquilidad y despedirse, se fue a la habitación con la esperanza de poder conciliar el sueño.
Por la mañana, ella fue la última en levantarse.
- No has dormido bien, preguntó Nancy
- Si, un poco de insomnio, eso pasa cuando te metes a la cama muy activada.
- Los chicos se van después de desayunar, pero hemos quedado en repetirlo otra vez.
- Sin duda, dijo Jade, viendo a Raúl, esto hay que repetirlo.
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