Felicidad
Era de noche, pero la estancia estaba muy iluminada, sus cuerpos abrazados irradiaban luz, paz y sosiego.
Entre besos y risas pasaban los minutos, miradas que se entendían, caricias que acompañaban.
Todo era real, palpable y hacía estremecer la piel, era como ese pintura perfecta que no olvida ningún detalle.
Si eso no es felicidad, ¿qué será?, segundos compartidos, silencios que alimentan, secretos que se susurran.
Esa estampa que espontánea llegó, dejando una huella que grita al viento, lo que sus labios pocas veces dicen.
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