Sellado con un beso
Mucho tiempo había pasado desde la última vez que se reunieron todos alrededor de una mesa, disfrutando de un buen café y una entretenida conversación.
Eran tres chicos Ron el jocoso del grupo y el mayor, Sam el más serio y Jhon el que secundaba todas las bromas a Ron, dos chicas Ellen a pesar de ser la menor del grupo era la menos animosa y por último Jade que junto a Ron y Jhon eran el alma de la fiesta.
Esta vez se habían ido a una casa rural que guardaba aún su estilo original, las habitaciones comunicadas unas entre otras con puertas, que con las fiestas se abrían para dejar un amplio salón para el baile y la comida.
Ya era muy tarde cuando decidieron ir cada uno buscando su habitación, había surgido un cambio a última hora, por que Ellen quería una habitación más grande y el único que se ofreció a cambiarla fue Jhon, que se tumbó de espaldas al pasillo en el sillón muerto de sueño, Jade antes de pasar a su habitación le dice, no te pongas así, no te quedes así que te pueden hacer algo guiñándole un ojo y con sonrisa picaresca.
Él se volvió y le dijo: tú crees?, mientras se incorporaba, sus caras quedaron muy cerca
Ella dio un suspiro, mientras su corazón palpitaba aceleradamente, sin decir nada, sonrió
Jhon se acercó y le besó, todo en ese momento se detuvo, sin importar que la puerta estaba abierta y pudieran descubrirlos, abrazados y sin dejar de besarse se dirigían a la cama, mientras sus manos se perdían en la piel.
Ni siquiera te imaginas el deseo enorme que tenía sentir el roce de tus labios, solo soñaba con ese momento, ahora ya viviré con este hermoso recuerdo, le dijo ella.
Unas voces se oían en el pasillo, era el resto que venía a despedirse, ellos se separaron y siguieron como si nada.
Todos se fueron a las habitaciones, y ella cruzó el umbral de la puerta hacia la suya, mientras le decía:
- Cuando se apaguen las luces, espero que esta puerta se abra y tenerte conmigo esta noche.
Ya marcaba el reloj las tres de la mañana, cuando en la oscuridad se dibujaba una silueta que decía:
- Ya me tienes aquí, verás como la pasamos.
Ella, le esperaba tumbada en la cama y encendía una tenue luz que mostraba su cuerpo semidesnudo que dejaba poco a la imaginación.
Jhon comenzó a recorrer su piel poco a poco, deleitándose con ese cuerpo que se erizaba al tacto, donde su pecho parecía estallar y donde sus secretos quedaban al descubierto.
Le besaba intensamente, como queriendo sorber todo su vida, impregnándose de su perfume que le embriagaba los sentidos.
Sin reparos, fue avanzando lentamente provocando pequeñas sacudidas con cada beso, ella se entregaba plenamente al deseo y placer, como una flor en apogeo fue tomando de sus pistilos toda la lujuria que guardaba.
Entrelazados, fundidos en ese instante el mundo dejó de existir, solo estaban sus cuerpos desnudos, empapados de amor y destilando todo aquello que les hacía volar.
Se repitió una vez más, con más intensidad, como queriendo aprovechar todo ese tiempo atrás perdido que no se habían tenido.
Terminaron abrazados, soñando con ese momento que se grababa en su piel y se tatuaba en la memoria.
Iban hacer las seis cuando él regresó a su habitación, no sin antes decirle al oído que había sido la mejor noche que había tenido.
A la mañana siguiente, tras el desayuno emprendían el viaje de regreso, cuando preparaban el equipaje, él se acercó y con un beso sello un secreto entre ambos.
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