La fuerza de la luna
Asomada en la ventana, con la mirada fija en la luna, sonreía cuando el viento acariciba sus mejillas.
Pasaba horas abstraída totalmente de todo lo que le rodeaba, reflejaba serenidad con un halo de esperanza ... a pesar de todo.
Una tarde él decidió preguntar, sabiendo de su rutina.
- ¿Por qué lo haces?
- Pensarás que estoy loca.
- Dime, tenemos confianza, ¿no?
- ¡Me lo devuelve! dijo entre un sollozo que casi ahogó su voz.
Es la forma en que cada noche nos despedimos, desde que no lo tengo.
Libera mi alma del dolor que me embargó con su partida y una noche de las tantas de insomnio, corrí a la ventana, no con la idea de respirar, si no con la idea de volar hasta él.
Y un fuerte viento frío, tocó mi piel, hizo detenerme, no sabría explicarlo, pero fué así.
Entonces, me he aferrado a la idea, de que fué él; así, cada noche, desde entonces, nos miramos sin vernos, sintiéndolo sin que me toque, para que no duela tanto su partida.
- ¿Te hace feliz?
- Es lo único que me detiene a no abandonar este mundo y su "cordura", es la fuerza que me empuja, real o no, pero si ... soy feliz.
- Pues, no te detengas, si eso logra mantenerte en pié ... sabes, que puedes contar conmigo.
Un abrazo, cerró esa escena.
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