Lecho solitario
Vacía como cada noche
espera esa oportunidad
en que los astros se alineen
para volverse a reencontrar.
Se extiende y medita
desnuna y llorando
otra noche que cae
en una solitaria alcoba.
Pregunta al cielo
donde se encuentra
sabiendo que ella
suspira por él.
Los ojos marchitos
se cierran cansados
cuando el anochecer
acompaña su espacio.
Solo hay que desearlo y esa solitaria alcoba se convertirá en la quintaesencia de unas caricias soñadas y deliciosas...
ResponderEliminarA veces, falta más que desearlo.
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