Al caer la lluvia
Conseguí en la noche
de aguacero torrencial
acudir al encuentro
donde tus labios esperaban.
Calentaron mi alma,
mientras tus manos
recorrían mi húmeda piel,
no sólo por la lluvia.
Caricias impregnadas
de deseos ardientes
fundieron la poca razón
que mi cabeza quiere guardar.
Cuéntame historias
con besos lascivos
escritos en cada parte
del lienzo de mi cuerpo.
Nada como la piel húmeda de una mujer, para atraer como los estambres a la abeja
ResponderEliminarEs un complemento, entre ambos.
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