Hasta la alborada
Besos dulces que inundaron un alma que vacía rondaba por el mundo, se dejó llevar por ellos, sin miedos.
Emociones, cual niña enamorada desplegando sus alas, se hicieron presentes en esa habitación.
La noche cubrió su desenfreno y los condujo al éxtasis hasta la madrugada.
Entregados, siendo uno solo, sus almas se acoplaron en esa dimensión, que les hizo perder la razón.
¿Despúes de esto, que viene ahora?, se preguntaba, sin que la respuesta interesara, era feliz.
Sentía que era el hombre que llenaba sus espacios, dejándola volar sin ataduras.
¿Pero, sería así eternamente?, hasta que el deseo se apagara o la desidia les alcanzara.
No importaba, solo quería vivir con la sensación de no atar sus sueños, una vez más.
Sonreía al verle, ajeno a sus pensamientos, acariciando su espalda y sus cabellos.
Un beso una caricia, se posaban en su piel, que inmutable dormía a su lado.
Llegó el amanecer y con ello el preámbulo de la despedida anunciada pero no deseada.
Últimos besos en libertad que deberán esperar la próxima oportunidad, para volverse amar.
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