Con el destino cruel
Se encontraban a oscuras por las callejuelas del silencio, donde sus bocas de fundían en apasionados besos, nada importaba, todo se olvidaba, solo querían sentirse cada vez y un poco más.
Encontraban el momento entre los tiempos muertos que cubrían con abrazos que tatuaban la piel.
Pero un horizonte se abrió, cuando sus cuerpos se encontraron desnudos y ardientes de entre los recuerdos que dejaban la infancia.
Se amaron intensamente cada día desde aquel, cubriendo su alma con los deseos que sus manos creaban con misterio.
Una y otra vez las promesas surgían de un amor que perduraría a través de la distancia y del tiempo.
Caricias a raudales en lugares secretos que despertaban emociones que parecían perdidas, esos labios que embrujaban de lujuria y placer haciéndolos caer.
Le gustaba contemplarla a través de la cortina bajo esa tenúe luz que brillaba en su piel dorada, majestuosa e imponente le sonreía otra vez.
Rendidos por el encanto de una magia imperceptible, se veían rodeados de un halo de felicidad.
Más el destino inoportuno e indiferente, de ellos se burló, separando esas almas que se habían encontrado.
Destrozó la ilusión que habían construído, su felicidad se esfumó en una noche de lluvia cuando cruzando la vía él resbaló, golpeando su cabeza contra el mortal asfalto llevando entre sus manos sus más grande prueba de amor.
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