Frenesí

Laura esa mañana se levantó muy emocionada se había vestido para salir con el hombre que le robaba el sueño,  una falda corta y una blusa ajustada con zapatos de tacón y salió dispuesta a comerse el mundo.

Una hora más tarde estaba tirada en su sofá recriminándose por dejar que él le  hiciera siempre lo mismo, suspendía los planes y ella se enteraba cuando ya estaba en el lugar y por un mensaje.

Ensimismada en ello, con una lágrima recorriendo su mejilla, cuando alguien llamaba al 
 timbre.

Se levanto y dirigió hacia la puerta y abrió, era Jack ,el mejor amigo de su hermano, un chico de pelo castaño, ojos verdes que le alborotaba las hormonas siempre que le veía.

- Pasa Jack! mi hermano no se encuentra, pero puedes esperarlo

- Gracias Laura, si me envió un mensaje diciendo que se retrasaría pero que pasaría a buscarme aquí.

- Quieres tomar algo?

- Lo que tomes tú!

- Ummm, yo iba a prepararme algo fuerte, hoy ha sido un mal día y es que aún no son ni las 11.  Pero preparo café para ambos.

- Quieres que te ayude?

- Perfecto

Se dirigieron hacia la cocina, mientras el sacaba las tazas y ella preparaba la cafetera, hubo un pequeño roce entre sus espaldas  ella  sintió un escalofríos que la recorrió.

Con los cafés en mano se sentaron en la sala, comenzaron hablar de todo un poco, cuando él preguntó ...

- Por qué ha sido un mal día... si, se puede saber!

- La misma historia de siempre, yo lista para salir y de pronto cambian los planes sin que yo lo sepa y me quedo con un palmo de narices, continuamente me digo será la última... pero vuelvo a caer.

- Ya decía yo, siempre que vengo estás muy cómoda y hoy estas para comerte, dijo riendo

- Ruborizándose dijo: no me tomes el pelo

- Lo digo muy en serio

- Vamos, no sigas por ahí,  dijo tirandole un cojín del sofá

Justo le dio en la cara y él se quejó, ella se levantó para ver donde le hizo daño y cuando la tuvo enfrente la besó.

Laura, correspondió a su beso, se sentó a horcajadas en sus piernas, con cada beso y caricia se contraía en sensaciones perdidas, sus manos dibujaban su cuerpo, la tomó entre sus brazos y sin dejar de sorberse los labios llegaron a su habitación.

En cada duna de su cuerpo su manos se movían como arena movediza, descubriendo todos los tesoros que escondía su piel, poco a poco llegaba al oasis que le calmaría su sed, donde dormirse acariciando esas curvas lo elevaran al cielo.

Una desnudez que hace tanto tiempo ansiaba, pero callaba, sentirlo dentro de ella con cada movimiento se desprendía de sus miedos dejándose poseer por el placer que él le brindaba, deslizaba sus dedos por los recovecos de su ser.

De espaldas a él, se deleitaba con las prominencias que en armonía con el resto, le eclipsaban, deseando fundirse en ellas.

Sus pechos lo transportaban a su etapa más fálica, no queriendo desprenderse de ellos.

Sus gemidos le invitaban a seguir seduciendo y tomando el control de toda ella, para sentir que se estremecía con cada acometida.


Recrearse con esa colina que le mostraba la fuente de la eterna pasión, donde toda la lujuria había sido contenida y estaba a punto de manar para su disfrute total.

El tiempo voló al igual que los clímax, sus cuerpos desnudos reposaban juntos, exhaustos por esa sesión explosiva de frenesí.

Se ducharon, enjabonándose mutuamente y prometiéndose que eso debería repetirse sin ataduras de ningún tipo.

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