Siempre estás en mí
Y entonces en el silbido del viento que azota la ventana, tu voz hizo eco, estremeciendo todo mi ser, recordándome que aún sigo viva.
Cerré los ojos, me dejé llevar por tu susurro, que prometía no dejarme ... una vez más, que a pesar de todo, siempre estarás.
Apoyé mi mano, como queriendo sentir la tuya en el frío cristal, me recorrió un intenso calor, haciendo volver a sentir amor.
Ya no espero, ya no busco, sigo aquí, levitando entre los segundos para no sentir que ellos me alejan de ti.
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