A la deriva

La marea crece, inunda mis sentidos, me agita y pierde en la inmensidad del mar de deseos que prohibidos, acuden incesantemente a mí.

Intento luchar contra todo lo que la piel siente, pero me anestesia la razón y me hace fluir a la deriva de los sentimientos.

De pronto mi viaje se detiene contra el abismo de ojos intensos para hacerme caer un poco más en la desesperación.

Y en esa caída, una mano fuerte sostiene mi alma haciéndome sentir, que aunque se escape a la razón, siempre estará ahí.

 


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