Abstraída
Susurrándole a la luna se le veía siempre, le contaba secretos le pedía sueños. Bajaba cada noche aunque escondida estuviera, necesitaba liberarse. Tras horas perdida en ella volvía con la cara fría y el corazón contento, se sentía mejor. Lo que no sospechaba, es que no era real ... era un dibujo en el desván, donde le permitían bajar.