Vuelves a mi vida
Se levantó sobresaltada por la mañana, estaba nerviosa por que era el día del reencuentro, tras un período de ausencia lo esperaba con muchas ansías.
Se puso ese traje que le sentaba tan bien, un poco de brillo en los labios y salió, con paso firme a la estación.
Cuando se abrieron las puertas, su corazón se agitó, esbozó una sonrisa y pensó en como sería.
Llegó a ese lugar donde meses atrás había sido muy feliz, conoció muchas personas que llenaron su vida y sobre todo donde le conoció.
Saludó a cada uno de los que se encontró, contaba sus vivencias con una gracia envidiable, acompañándola siempre de una anécdota graciosa que a todos hacía reír.
El tiempo pasaba y él no aparecía, en su pecho un nudo evitaba sus palpitaciones, hasta que de pronto, sin necesidad de una palabra, sabía que le tenía detrás, su aroma había inundado el ambiente, se giró hacia él, trató de disimular la alegría que brotaba de sus ojos como agua salada.
Él se unió al grupo, pero poco a poco el resto se fue despidiendo,era hora de trabajar.
- Mira, dijo él .... si quieres me acompañas y te doy los papeles que te tengo.
- Muy bien, respondió. Luego desde ahí me voy.
Subieron juntos al coche, hablando de cosas banales en esos escasos 5 minutos que duró el trayecto.
No había nadie en su oficina, entraron a su despacho, al principio ella sentada frente a él, pero se levantó para mostrarle unas fotos, poniéndose a su vera.
De pronto él se levantó, ella tuvo que incorporarse para dejarle espacio...
Sus miradas se cruzaron.
- No puedo mas, dijo él, mientras la tomaba de su cintura, acercándola a su cuerpo y a sus labios.
Ella fusionó sus labios con los de él, queriendo morir en ese instante para que fuese eterno y no separarse ya de él.
Tras unos minutos, él le susurró al oído:
- No puedo fingir más que no siento la necesidad de tenerte a mi lado, sentir tu perfume, desear el roce de tus labios y tus manos, verte bailar, todo esto que me haces padecer.
- Ella, con lágrimas en sus ojos, respondió, ni yo tampoco, he ansiado esto desde hace mucho...
De repente, un sonido brusco ...
Era el reloj de la Catedral, eso significaba que su viaje había terminado y debía bajar.
Su cara dibujaba la esperanza, de que el encuentro fuera como en su fantasía.
Subieron juntos al coche, hablando de cosas banales en esos escasos 5 minutos que duró el trayecto.
No había nadie en su oficina, entraron a su despacho, al principio ella sentada frente a él, pero se levantó para mostrarle unas fotos, poniéndose a su vera.
De pronto él se levantó, ella tuvo que incorporarse para dejarle espacio...
Sus miradas se cruzaron.
- No puedo mas, dijo él, mientras la tomaba de su cintura, acercándola a su cuerpo y a sus labios.
Ella fusionó sus labios con los de él, queriendo morir en ese instante para que fuese eterno y no separarse ya de él.
Tras unos minutos, él le susurró al oído:
- No puedo fingir más que no siento la necesidad de tenerte a mi lado, sentir tu perfume, desear el roce de tus labios y tus manos, verte bailar, todo esto que me haces padecer.
- Ella, con lágrimas en sus ojos, respondió, ni yo tampoco, he ansiado esto desde hace mucho...
De repente, un sonido brusco ...
Era el reloj de la Catedral, eso significaba que su viaje había terminado y debía bajar.
Su cara dibujaba la esperanza, de que el encuentro fuera como en su fantasía.
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