Tras el cristal III

 No hubo necesidad de cruzar palabra alguna, su piel gritaba todo lo que necesitaba, sus manos enredándose en su espalda, mientras él deslizaba una de las suyas bajo el vestido.

Las dudas desaparecieron al igual que los miedos, se entregó a esos labios que desde hace meses atrás se volvieron su objeto de deseo.

Se devoraban como si sus vidas dependiera de ello, la levantó appoyándola en la pared, mientras ella con sus muslos se abrazaba a sus caderas.

Todo su cuerpo palpitaba y se agitaba cada vez mas, al sentir su olor embriagante que succionaba en cada beso, las caricias eran esa electricidad que le cruzaba por la espina dorsal, haciendo que pegara más sus caderas a él.

La excitación se respiraba en el ambiente, él bajó su cremallera y con su miembro la buscó, estaba tan húmeda que no tuvo dificutad para entrar hasta el fondo, un gemido en su oído, le hizo excitarse más.

Ella le pedía más, que no parase, que le necesitaba muy dentro, como cada noche en sus sueños.

Nunca dijiste nada, le susurró, ya ambos deseando lo mismo.

Ella le miró y beso con tal candidez que sus movimientos se volvieron más violentos.

Se sentía muy llena, dichosa y feliz junto a él, todo lo que habia esperaba en esos momentos se estaba haciendo realidad.

Con su espalda arqueada y a punto del orgasmo, le pedía que se corriera con ella.

Un gemido agudo al unisono, fue lo único que se oyó en ese pasillo a oscuras.

Abrazados y fijando sus miradas, ella a punto de decir ...

Un ruido intenso, hizo volver su mirada asustada, era de nuevo la alarma de incendios que volvía a saltar.

Y ahí estaba ella frente a la ventana, viendo de nuevo como él se despedía de su nuevo amor.

 

Hermosa mujer rubia de pie en la ventana de la luz del sol | Foto Premium

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