Ilusión en un sobre

Era una mujer de costumbres, el mismo sitio para el café, a la misma hora, todos los días, la rutina la mantenía activa y evitaba pensar en cosas que no le traían buenos recuerdos.

Un día al sentarse a la mesa, vio un sobre bajo las servilletas, cuando la camarera se acercó, se lo dio por si alguien lo había olvidado.

La camarera, lo guardó tras la barra y siguió su trabajo.

Al día siguiente, encontró dos sobres, el del día anterior y otro más, no tenían remitente ni destinatario, volvió a entregárselo a la camarera, que volvió a dejarlos tras la barra.

Comenzó a pensar de quien y para quien serían esos sobres, pero solo unos segundos ocupó para volver a enfrascarse en su mundo.

Un nuevo amanecer  y se dirigió a su mesa habitual, habían tres sobres, esta vez se leía: "ábrelo a las 8:10 de hoy, es para ti chica del café, pero abre antes los previos".

Un escalofrío la recorrió, miró para todos lados y estaban las mismas personas que día a día veía cuando entraba.

La hora se acercaba, cogió el primer sobre que ponía:

- "Tan ausente de mi, pero llenas mi presencia".

Sus manos temblaban y no sabía por que, la frase hizo acelerar sus latidos.

Tomó el segundo sobre:

- "Una mirada, me devolvería la Fe en el corazón".

Ya no sólo eran sus manos las que temblaban, su cuerpo era una gelatina que se movía al ritmo de su acelerado pecho.

El tercer sobre, lo abrió justo a la hora indicada:

- "Abre tu mundo, para poder entrar en el mío".

En su mente resonaban muchas preguntas, ninguna sin respuestas, no sabía que pensar, intentaba encontrar explicación a todo eso, miraba de arriba a todos los que ahí se encontraban, que no parecían estar pendientes de su actitud.

Salió con los sobres en la mano, tropezó con la camarera que le preguntó:

- ¿Eran suyos?

- Eso, parece ...

La tarde se hizo larga e intensa, no sabía que esperar el siguiente día, ahora que ya había leído los sobres y que la persona que los dejaba lo sabría, que venía después, o simplemente era una broma y ahí terminaba todo, atormentar su mundo y desaparecer.

Entró a la cafetería y casi corrió a su mesa, ahí estaba un cuarto sobre:

- "Pronto el final del arcoíris"

Su cara se ruborizó, sin certezas de nada, pero con una nueva ilusión que hacía que una sonrisa volviera una y otra vez.

Ahora sus tardes, se volvían emocionantes intentando descubrir de quien se trataba, aunque nunca llegaba a una conclusión.

El quinto sobre esperaba al día siguiente sobre su mesa:

- "Uno por cada mes que llevo descubriendo tu esencia, ahora solo queda que quieras descubrir la mía".

Un vuelco en su pecho, hizo derramar una lágrima al pensar que en alguien anidaba un sentimiento, a partir de una imagen.

Ya de sus rituales ya ni se acordaba al salir a la calle, solo la movía la incertidumbre de conocer a la persona que escribía esas frases.

Apresurada entró  a la cafetería y se sentó, cayó al suelo su ilusión, no había ningún sobre, todo se volvió gris de repente, preguntó a la camarera si alguien había recogido algo de la mesa, ella negó con la cabeza.

Sus ojos se nublaron recriminándose por haber abierto el sobre, dio un sorbo y se perdió en el humo que destilaba su taza de café, pensando en lo efímera que puede ser una ilusión.



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