Armas de seducción
Desierto donde mana mi sangre que ardiente se propaga por las venas de los deseos de quién osa tocar mis labios.
Quema los sentidos y guía el corazón hacia la locura de la carne que se hace débil al ver mis ojos.
Tormenta que envuelve en un manto de zozobra a quién sigue el bamboleo de mi cuerpo deslizándose sobre el mundo.
Remanso de aguas cristalinas que calma la sed de quién se postra hasta sucumbir en la profundidad de su arrecife.
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