El poder de tu perfume
Parecíamos rivales, el tiempo transcurría lento y siempre un poco de tensión en las conversaciones que cruzábamos.
Cuando salí de ahí un suspiro de libertad, días más tranquilos vendrían, esperaba no vernos otra vez.
Ya en mi nuevo destino alguna vez a mi memoria venía el perfume que irradiaba y me estremecía revivirlo.
Una tarde con poco trabajo, de pronto vino hacia mi ese perfume, me quedé petrificaba, mi cuerpo comenzó a temblar y al girarme ahí ibas tu caminando no te percataste de que te comía con la mirada.
Pero en mi mente la idea obsesiva de tenerte frente a mi, para volver a inhalar ese aroma tan seductor que me hechizaba.
El destino fue bueno y al caer la tarde yo venía de hacer unas gestiones y nos encontramos a mitad de la pasarela que comunicaba ambas alas del edificio, en tu cara se dibujó una enorme sonrisa, te acercaste y me diste un beso, que casi rozó nuestros labios, me dijiste que estarías unas semanas por ahí que ojalá nos volviéramos a ver.
Pasó el fin de semana y por la mañana cuando yo entraba por mi camino habitual, él estaba fuera de su oficina tomando un café.
Sonreímos ambos y me dijo:
- No pensé verte pronto
- Ni yo!, que sorpresa
- Espero que buena
- Sin dudarlo
- Sabes, no he dejado de pensar en ti
- Y eso?
- Cuando nos vimos la otra vez, nadie me había estimulado tanto con un roce tan sutil de labios
- Me ruborizas, dije balbuceando
- Es cierto, un látigo de electricidad recorrió mis venas erizando mis sentidos y provocando un alzamiento que casi no pude disimular.
- A mi me pasa lo mismo con tu perfume me enloquece, la otra vez medí cuenta que estabas por eso, de pronto vino a mi ese aroma y al girarme estabas ahí.
- En serio? cuando nos podemos ver? pero fuera de este sitio
- Ummm...
- Piensatelo, podemos hablar y quedar si te parece bien. Prometo ponerme este mismo perfume!! dijo guiñando un ojo.
- Ok, me lo pensaré, te dejo que llego tarde.
Se acercó hacia mi y mientras me daba un beso en la mejilla, su mano me dio un pequeño azote en mis respingonas asentaderas.
Realmente no tenía que pensar nada, yo quería quedar desde hace mucho con él, pero no se había dado la oportunidad, pasaron las semanas y poco coincidimos ya.
Al final, me llamó y me dijo que pasaría una tarde por mi.
Puntual llegó por mi, fuimos a tomar algo y mi corazón se agitaba, ya solos, ajenos a los ojos del resto del mundo, mi piel erizada y mis latidos acelerados entre sus brazos me elevó al cielo con caricias dibujadas en mi anatomía, conjugamos los cuerpos encajando perfectos al ritmo del deseo y del placer.
Su aroma impregnando toda la habitación, enloquecía mis sentidos y sin piedad me entregaba otra vez.
Su respiración en mi cuello y sus manos un enjambre de lujuria colmaba mis deseos.
La tensión sexual creada ahí había terminado, hablamos de los momentos que ahora nos hacían reír.
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