Fantasmas del pasado

Ella regresaba de encontrarse con un viejo amor,habían tomado café y recordado viejos tiempos, además de ponerse al día de sus vidas.

"Sigue siendo un tipo muy sensual y seguro de lo que proyectaba su cuerpo"-   pensaba ella, mientras lo miraba.

Habían pasado las horas sin darse cuenta, de pronto al ver que oscurecía por amenaza de tormenta, se despidieron intercambiando los números de teléfono.

Se despidieron en el umbral de la puerta  con un beso en la mejilla y cada uno tomó un rumbo distinto.

Dado que ya empezaban caer unas gotas, ella decidió acortar camino por unos apartamentos frente al café.

Iba bajando por las escaleras, cuando se encuentra con otro  amor, al verlo su corazón dio un vuelvo...

- ¿Qué haces por estos rumbos? - preguntó ella
- Termino de dar una clase y me dirigía a casa - respondió él
- Bueno, pero un beso me puedes dar ¿no?, mientras se acercaba a él
- Si, respondió, faltaría mas ...

Ella puso su mano en la cintura y rozó ligeramente con sus labios su boca.

Notó como el cuerpo de él se estremeció y quiso disimular.

- Bueno, preguntó él,  y ¿tu que haces por estos barrios?
- Termino de estar platicando con un amigo y tomado café justo enfrente.

De pronto, sin previo aviso, el cielo se tornó oscuro y comenzó a caer casi un diluvio.

Él la tomó de la mano y corrieron a refugiarse bajo la cornisa de un puente, llovía mucho y pronto se fue quedando vacía la calle, la luz de las farolas era muy tenue.

Estaban en silencio viendo el agua caer, cuando un trueno cayó, ella dio un salto y casi se caen ambos, se reían y de pronto sus miradas se cruzaron expresando lo que en ese momento deseaban...

Sus labios se unieron en un largo beso, que se olvidaron de todo, sus  brazos comenzaron a esparcirse en el cuerpo del otro, como si de enredaderas se trataran.

Él, seguía sus curvas, deseando cada vez más, sus manos se perdían entre los volcanes a punto de hacer erupción.

Sus respiraciones aumentaban, necesitaban rememorar un pasado que aún sabía a presente.

La tomó entre sus brazos, sentándola en el borde de unas jardineras, mientras sus muslos le entrelazaban.

Sus cuerpos pedían más, de lo que en ese momento podían dar, a pesar de que en ellos manaba el néctar que invita a la pasión.

Estaban al borde de la locura, queriendo dejar todo  al margen y entregarse profundamente a todos esos sentimientos a flor de piel.

Avanzar era el siguiente paso... pero en un segundo de lucidez, se dieron cuenta que ya casi no llovía y comenzaba haber movimiento por la calle.

Se ajustaron la ropa y los cabellos y decidieron posponer el encuentra para el siguiente día, en casa de ella.

 EL SENDERO DE LAS HADAS: El hada enamorada





Comentarios

Entradas populares