Sanando corazones

Cuenta una historia que al caer la noche, vaga a oscuras entre sueños, susurros y sombras, un alma en pena, en búsqueda de corazones destrozados.

Los acoge en su seno, sana sus heridas y los deja en libertad para que puedan volver a amar. Enseñándoles todo "eso" que los llevó a perderse en el abismo del desamor, para que no vuelven a caer.

Una noche en la búsqueda de otro corazón herido, tras encontrarlo agazapado entre gotas de rocío que brotaban de sí, se acercó para calmar su dolor.

Extendió su mano, para tocar la suya; es como hacía desaparecer todo ese tormento en tan pequeño recipiente.

Un sutil brillo, le avisaba de que había sido posible sanar dicho corazón. Tras darle las pautas para que siguiera con su vida, notó una mano en su hombro.

- ¿Por qué lo haces? dijo con voz temblorosa.

- Nadie mejor que yo podría entender lo que es un corazón roto, a veces crees que tu vida se acaba tras entregar todo lo mejor de tí, a esa persona que pensabas, siempre estaría. Llegué a tocar un fondo, más allá de lo que imaginas. Tuve que regresar del mismísimo infierno, a rastras y en soledad.

Aprendí mucho en ese viaje y por ello decidí que nadie, debía pasar por eso solo.

Hice un trato, yo sano a un corazón, pero debo guardar para mi todas esas heridas, miedos y daños.

- ¿Pero entonces, tu corazón nunca sanará?

- Con mirada de resignación, dijo: lo sé, en ese viaje también perdí el deseo de volver a estar "sano", prefiero salvar a otros, que aún no han llegado a ese infierno.

 Cuídate y no olvides.

Con pasos lentos, se alejó envuelta en un aura que parecía más una sombra fría y gris.

 


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