El final de mi fantasía II
Nada cambió, seguimos como siempre disfrutando los momentos del café entre risas y bromas.
El trabajo se hacía más ameno, pero no veíamos la hora que al caer la tarde nuestros labios se encontraran, formando un vendabal de senaciones.
Esas sensaciones que a diario imaginaba en mi soledad, ahora eran una realidad, su cuerpo enredado entre mis sábanas, con el roce de sus manos de seda deslizándose por mi piel, estremeciendome y elevándome al cielo.
Cada despertar una nueva historia y una nueva ilusión para sonreír al mundo que nos esperaba fuera.
Pasaban los meses y la felicidad era tal que nada parecía empañarla a pesar de las discusiones que a veces teníamos.
La recompensa era inmensa, cuando sus brazos atrapaba mi cordura y me invitaba a perderla tras la puerta, donde las nubes eran el límite ante tanta pasión.
Su cuerpo , cada centímetro de su piel dorada embrujaba a mis manos y no se podían detener, escudriñando cada poro, hasta encontrar ese punto donde se dejaba llevar por el tacto y despertaba una erupción.
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