Una pequeña historia

Ella decidió hace años cambiar el rumbo de su existencia, arriesgarse a una aventura que le llenaba de incertidumbre, pero en su corazón una idea romántico y/o poética la  impulso a seguir.

Al principio, como todos los cambios, acostumbrase fue muy lento y lleno de nostalgia por su añoranza pasada, pero a medida avanzaba se acostumbro y quiso vivir intensamente esos momentos.

Parecía todo marchaba sobre ruedas, pero un vacío crecía en su interior, no tenía carencias materiales, pero los sentimientos de felicidad la iban abandonando con cada hoja que caía del calendario,llegando al punto de solo levitar entre las horas con suspiros ahogados y deseando con toda su alma que eso acabara.

Cada año, le rondaba una idea, que ganaba más peso mientras más desaparecía su esencia. Siempre se repetía la mismo, pero incapaz de dar el siguiente paso, decidió bajar sus brazos y que la corriente la llevara a su ritmo.

Dejó de sonreír, sentir, vivir ...amar.

Al borde del precipicio, saludando a la oquedad, caminado en esa cuerda floja donde escapas o  te volatilizas, con sus soliloquios, sus únicos compañeros en los últimos años.

Cuando un nuevo giro llegó a su vida, descubrió entre tanta penumbra un faro que intermitentemente le guía hacia un horizonte despejado.

Agradecía esa calma y paz que le brindaba a lo lejos, pero a medida sus pasos se acercaban, logró traspasar su gélido corazón, devolviéndole la sonrisa y ese latir que hace mucho no sentía.

Regeneró cada parte de su alma, calentando su piel, animando su espíritu, haciéndola revivir.

Ahora, el camino es diferente, pero sigue brindándole ese apoyo que en la distancia existe y perdura. 

 

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