Comenzó como un cuento, donde todo era felicidad, viviendo en una nube que cegaba sus sentidos y ojos, creía en la eternidad y en la fortaleza de los sentimientos. Poco a poco, el viento despejó el cielo, haciéndola ver, que todo era producto de sus fantasías, de esa narración, que como monólogo antes de acostarse, se hacia. Los días fueron perdiendo color, además de no avanzar, era como vivir en la misma trama una semana, un mes ... un ciclo que vicioso se volvió. Perdida se encontraba, abstraída viendo ese vacío que le llamaba cada tarde, camelándola para que a él se acercara para no volver a sufrir. Un pequeño gesto hubiese bastado, para que renaciera todo aquello que fue muriendo con el transcurso del tiempo, sin posibilidades de resurgir. Sabía que no era falta de amor, simplemente era intentar mezclar un oleoso líquido con aguas turbulentas, sin llegar a un acuerdo. Cuando los brazos bajaba y al destino se entregaba, imaginando su existencia sin brillo, colorido y poca...