¡Que tu voz no se apague!
Eras un príncipe que
te convertiste en un ogro celoso, posesivo, que coartaba mi libertad, que enmudeció
mi voz y me convirtió en un objeto más de su posesión.
¿A
esto llamas amor?
Cuando juegas con mis
miedos, te vales de tu fuerza, para agredirme con tus vejaciones físicas y
mentales.
¿A
esto llamas amor?
Ya cansada, vencida y
casi hundida, un día intenté desaparecer para
no sentir dolor, ni miedos y parar mis lágrimas… pero, me detuve a
pensar:
¡Yo
no soy el problema!
Mi vida vale más que
todos estos ultrajes, es hora de luchar, de gritar para que mi voz y la del
resto que están en mi situación no se apague.
Siempre hay alguien
que nos brindará su apoyo, no hay que rendirse, y aunque el camino no será
fácil, al final podremos decir:
¡Soy
una superviviente!
Únete,
no le des más poder.
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