Un ocaso diferente
Corría por las calles vacías, su cabello suelto revoloteaba con el viento, sus mejillas mojadas y una sonrisa que eclipsaba.
Era feliz y deseaba gritarle al mundo, como su corazón galopaba en su pecho y por sus venas un torrente de lava de amor, recorría cada parte de ella.
Se detuvo ante el puento, dejó que su mirada se perdiera en el horizonte junto con la puesta de sol.
Dio rienda suelta a su risa y sus lágrimas, que le hacían estremecerse, una paz inundo se alma y supo que siempre sería así.
Inmutable hasta que el último rayo de sol hubo iluminado su rostro, despertó de ese trance, no era necesario preguntar, sólo sentir muy dentro de sí, que su mundo acababa de cambiar.
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