Tu regreso
Habían pasado casi veinte largos días sin verle, mensajes escuetos, llamadas inexistentes.
Sus mañanas se volvían sombrías, pues su primer pensamiento del día era él, recuerdos, momentos que la bombardeaban con suspiros al aire.
Ya era sábado, la semana lenta muy lenta, a pesar de levantarse temprano, revoloteaba por casa, sin saber si ir al gimnasio o tirarse en el sofá, volviendo a sus soliloquios y recuerdos.
Alguien llamó a su puerta, asombrada, pues casi nunca recibía visita, obligándose se levanto abrir.
Sin mirar abrió, era él, frente a ella, sus ojos se humedecieron y con la agilidad de un lince, saltó hasta su cuello, abrazándole y enredando sus piernas en su cintura, no podía parar de besarle, le extrañaba muchísimo.
Cuando pudo soltarla de sí, le dijo:
- Yo también te he extrañado mucho, por eso vengo por ti. Anda arréglate, te espero, mientras me tomo un café.
- ¿Dónde vamos?
- Ya lo sabrás.
Con gran ilusión se dirigió a su habitación, un jeans que se ajustaba a su silueta, una blusa negra, con encajes en toda la espalda, unos botines de tacón , perfume, sus abalorios y en 15 minutos, salió.
Le dijo, lo guapa que se veía, robó muchos besos y cogidos de la mano, salieron a la calle.
Su mundo volvía a tener luz, su cara dibujando una sonrisa, oyendo todo los por menores de sus días atareados.
Llegaron a su cafetería, pidieron un desayuno que entre besos y caricias, poco a poco fue desapareciendo.
Una charla amena y risas les invadía, tanto que no se daban cuenta del tiempo.
De pronto , él dijo.
- Anda, hay que irnos, es casi la una y no llegaremos, si salimos más tarde.
- ¿A dónde? volvió a preguntar.
- Sólo déjate llevar, quiero compensarte todo este tiempo de ausencia.
- Amor, sabes que yo contigo voy con los ojos cerrados donde sea, depositando en sus labios un tierno beso.
- Andando entonces, dándole un pequeño azote en su trasero.
Caminaban en silencio, cogidos de la mano, no hacía falta más, sólo el sentirse era suficiente lenguaje.
Tras unos 20 minutos de camino llegaron, él dijo:
- Espero que te guste la película que he escogido.
- Seguramente si, me conoces bien.
La película un drama, donde ella con lágrimas rodando por sus mejillas, le repetía una y otra vez, que le gustaba.
Él la arropaba con sus brazos, atrayéndola hacia él, ella apoyaba su cabeza en su hombro, mientras el acariciaba con ternura su cabellera.
Al terminar, él le limpiaba el resto de lágrimas que aún rodaban por sus mejillas, la abrazó y le besó.
Se detuvo el tiempo, solo existía ese dulce tacto de sus labios, desatando cosquillas que recorrían su espalda.
Lentamente, comenzaron a caminar, mientras le preguntaba:
- ¿Tienes hambre?
- Sólo un poco.
- Es lo único que te dejaré decidir: plan A o B
- ¿Cuál es el B?
- Irnos a otro sitio.
- Mi respuesta, dependerá de la tuya. ¿Tú tienes hambre?
- Sinceramente si.
- Pues seguimos el plan A.
- OK.
Se dirigieron hacia una restaurante pequeño, muy acogedor. Pidieron platos para compartir, ya que ella no tenía mucha hambre.
Comentaban la película, él la veía embobado escuchándola decir todo lo que le había producido.
De pronto, la interrumpió con un beso y diciéndole:
- Sabes que estás muy guapa con esa sonrisa pintada en tu rostro.
- Gracias, todo es gracias a tí.
En ese momento llega el postre, su tarta de queso con arándanos , una delicia a la que nunca decía que no.
Luego un café y salieron.
Entre abrazos y caricias, llegaron a un hotel, el mismo que muchos meses atrás, había sido el de su primera cita.
Ella se estremeció, su cuerpo temblaba y una tímida lágrima asomó por el rabillo de sus ojos.
- ¿Estás bien? ¿No te gusta?
- Como no gustarme, con los recuerdos que me trae.
- Menos mal, me habías asustado.
Ella se cogió más a su brazo y entraron, subieron en el ascensor, sin casi darse cuenta por sus labios no se separaban.
El mismo hotel, la misma habitación, su corazón se aceleraba.
A ciegas, prácticamente, entraron a la habitación, sus pieles ardían en deseos y fantasías.
La vistió con besos y caricias, extasiados y perdidos.
Agotados, durmieron abrazados.
Unas pocas horas mas tarde, ella se despertó y lo contemplaba en silencio, sus manos dibujaban su torso, algún beso era depositado en esa boca de miel que la enloquecía.
No pasó mucho más, hasta que se despertó, la miraba fijamente:
- Me encanta verte vestida con esa sonrisa, con esa mirada ... te quiero.
Se abrazó a él, sintiendo su calor, su pecho latir y sus manos jugando con sus cabellos.
- ¿Qué hora es amor?
- Aún pronto, no son ni las 7.
- ¿Quieres dar un paseo o que nos quedemos aquí?
- Contigo, me es igual, si quieres nos quedamos... poniendo una mirada muy sugerente.
- Ummm, que tienes en mente
- Algo se me puede ocurrir...
Se puso sobre él, devorándolo a besos, dejando que sus manos se extendieran en toda su piel.
Reían y hablaban de todo el tiempo que habían pasado separados, haciendo promesas y dejándose llevar otra vez por lo que ardía en sus venas.
Sobre las nueve, tomaron una ducha y se vistieron.
Cogidos de la mano bajaron, la llevó al mismo restaurante de su primera cita, era como un cuento sin final, emoción tras emoción, su corazón rebosaba felicidad.
Recordaron esa primera cita y tras cenar unas copas.
- Para que veas que he pensado en todo, para cerrar este día, para compensarte todo lo mal que lo habrás pasado, un último lugar donde ir.
- ¿Dónde?
- Pronto lo sabrás.
No tardaron mucho en llegar, era un sitio de baile.
Ella se tiró a sus brazos , besándole con intensidad, te quiero mi amor.
Entraron, tras unas piezas, gozando y dándolo todo. Se reflejaba en el rostro de él cansancio.
Ella ya había tenido su cuento, le pidió que se fueran al hotel.
- Estás segura, amor. Pero si te lo estás pasando bien.
- Lo sé corazón, pero te veo cansado y yo me doy por satisfecha por este hermoso día que me has brindado.
Sellaron esa noche con beso eterno.
Salieron del local y abrazados se dirigieron al hotel.
Tumbados en la cama, él le prometía que habrían más días como ese.
Ella le besó, me ha encantado tu regreso, yo también deseo que haya muchos días como éste.
Quedó dormido sobre su pecho, mientras acariciaba su cabeza.
Largo, intenso y evocador...su mundo ha renacido y vuelve a tener una expléndida luz
ResponderEliminarAlgunas veces, el tiempo ayuda acomodar pensamientos, sentimientos y emociones, donde deben realmente estar,dejando fluir es como se llega hacer verdaderamente feliz.
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